La neurociencia nos dice que el poder de las historias es mucho más grande de lo que pensábamos.
Según recientes investigaciones, el cerebro no hace una distinción muy clara entre leer sobre una experiencia y vivirla. En la lectura el cerebro responde a los olores, texturas y movimientos como si los estuviera experimentando en la realidad, además trata las interacciones entre personajes, como si fueran encuentros sociales reales.
Por esta razón y más, nada puede sustituir a las historias en la educación del carácter.